De esta manera, quisimos agradecer a San Marcelino su testamento espiritual, que si bien fue dirigido a los Hermanos, hoy nos hace a todos partícipes de la misión de Evangelizar Educando.

La misa fue presidida por nuestro Capellán de Educación Media, el Padre Enzo Salazar, quien nos entregó un testimonio muy alegre y didáctico durante la homilía, que en esta oportunidad estuvo dedicada a la Santísima Trinidad, a la familia y, por supuesto, a Marcelino.

En el ofertorio, nuestro Rector junto al Presidente del CAIRA, presentaron el retrato de San Marcelino, como recuerdo de los primeros Hermanos que fundaron el Instituto Quillota, hoy Instituto Rafael Ariztía.

El Hermano Francisco de Blas, en representación de la Comunidad de Hermanos de Quillota, entregó una hermosa planta con flores, simbolizando las violetas maristas, que nos recuerdan a todos los Hermanos que han pasado por nuestro Colegio haciendo vida el sueño de Marcelino.

Luego de esto vino el rito de la comunión y en seguida el testamento espiritual del Padre Champagnat, que se presentó en un video.

Finalmente nuestro Rector entregó emotivas palabras a toda la Familia Marista y compartió un pasaje de la homilía que el Papa Juan Pablo II entregó a todos los fieles reunidos aquel 18 de abril de 1999 en la plaza de San Pedro, con motivo de la canonización del Padre Champagnat:

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras?». Este deseo ardiente de Dios que tenían los discípulos de Emaús se manifestó vivamente en Marcelino Champagnat, que fue un sacerdote conquistado por el amor de Jesús y de María. Gracias a su fe inquebrantable, permaneció fiel a Cristo, incluso en medio de las dificultades, en un mundo a menudo sin el sentido de Dios. También nosotros estamos llamados a fortalecernos con la contemplación de Cristo resucitado, siguiendo el ejemplo de la Virgen María.
San Marcelino anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Fue sensible a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y a las situaciones de abandono que vivía particularmente la juventud. Su sentido pastoral es ejemplar para los sacerdotes: llamados a proclamar la buena nueva, también deben ser verdaderos educadores para los jóvenes, que buscan un sentido a su existencia, acompañando a cada uno en su camino y explicándoles las Escrituras. El padre Champagnat es, asimismo, un modelo para los padres y los educadores: les ayuda a contemplar con esperanza a los jóvenes y a amarlos con un amor total, que favorece una verdadera formación humana, moral y espiritual.

Finalizó sus cálidas palabras invitando a todos los asistentes a compartir en comunidad un chocolate caliente, en el patio de Media Inicial.