Claudio Arellano y el centro de alumnos.
La tarde del lunes 14 de diciembre fue la fecha elegida para que todo el personal del Colegio realizara el acto oficial de despedida de nuestro Rector don Claudio Arellano Cortés, luego de 7 años de entrega a la Misión Evangelizadora en nuestra Institución. Participaron también en el acto los representantes de los estamentos colegiales, es decir, las directivas del Centro de Padres, Centro de Alumnos, Centro de Exalumnos y directivas de los subcentros.
Fue un acto muy emotivo, delicado y solemne, que comenzó con un momento de oración y continuó con elogiosos y sentidos discursos hacia don Claudio por parte de los representantes de los estamentos: el señor Andrés Casassas, Presidente del Centro de Padres, el señor Rafael Corvalán, VicePresidente del Centro de Exalumnos, el alumno Nicolás Olivares, Presidente del Centro de Alumnos, el profesor Felipe Pacheco, en representación del cuerpo docente. Finalmente, las sentidas palabras de don Claudio Arellano en su despedida, que inició agradeciendo los mensajes de los representantes de los estamentos y felicitando a los grupos artísticos y a sus directores por las magníficas presentaciones. De sus palabras, extraemos un pasaje:
Hoy en día, existe mucha convicción de que las vocaciones de Hermanos y Laicos son complementarias al servicio de la Misión. En el documento “Promover juntos una mayor vitalidad del carisma”, de enero de 2012, se nos dice: “A hermanos y laicos nos exige el Señor disposición a asumir un itinerario de conversión. Es un desplazamiento en la misión para pasar de Obras de hermanos a obras Maristas, de ser funcionarios del Evangelio a testigos del Señor. Es un desplazamiento en la relación, pasando de la suplencia a la colaboración, de superioridad a fraternidad, de distancia a cercanía, de invitados a compañeros de camino”.
Estas frases son las que le dan sentido a mi presencia en el IRA, como también a la presencia de todos los laicos en esta comunidad Educativa. En el momento de la despedida, quiero invitarlos a reflexionar profundamente en este sentido: A comprender que el carisma marista empapa nuestra existencia. No sabemos ser de otra forma. Nuestra vida se multiplica y fortalece en la misión, se nutre de la espiritualidad y se enriquece en la vida compartida marista. Misión, espiritualidad y vida compartida son los tres colores que, juntos en una sola armonía, nos caracterizan y nos hacen confesar: “Somos Maristas”.
Los discursos fueron matizados con hermosas presentaciones artísticas por parte del Grupo de Danza del Colegio, dirigido por la profesora Brenda Rosales, el grupo de cámara, dirigido por el profesor Pablo Foix, y el coro de niños, dirigido por el profesor Michael Rojas.
También hubo significativos regalos, que don Claudio agradeció emocionado. Concluida la emotiva ceremonia, los presentes fueron invitados a compartir un cóctel en el patio techado.
Nuestra Comunidad Educativa despide con mucho afecto al señor Claudio Arellano y le desea éxito en la nueva misión que la Congregación Marista le ha encomendado y que próximamente se comunicará oficialmente.